Pensamientos desordenados sobre la historia clínica electrónica

La informática en general y la HCE, en particular, han cambiado la manera de ejercer la Medicina, como constata el Dr. Hermenegildo Marcos, en ese post en el que recomienda aprovechar todo el potencial de esta herramienta, aunque eso sí, con cuidado de no perder la esencia de la profesión médica y manteniendo siempre al paciente como eje fundamental de nuestro quehacer diario

La evolución y lectura de las historias clínicas está ligada a la propia historia de la Medicina, como ya lo constató en su momento el insigne Laín Entralgo.
Desde que en el templo de Epidauro se depositaron las primeras lápidas votivas donde consta el nombre del enfermo y el mal que padece, y los Asclepíades hipocráticos consignaron por escrito, con precisión y orden, en las 42 historias clínicas que conocemos, su experiencia de médicos ante la enfermedad individual para enseñar a conducirse ordenadamente ante un paciente y para adiestrar a futuros lectores, hasta llegar a la actual Historia Clínica Electrónica (HCE) que todos conocemos.

Los médicos de “mediana edad” ejercíamos la Medicina en nuestro habitual “hábitat” hasta que un buen día no nos quedó más remedio que embarcarnos en el universo de la informática, directos hacia una tierra sin retorno, repleta de posibilidades pero también con muchos riesgos acechando. Muchos de mi generación la vieron, en un principio, como una herramienta extraña, antipática e impuesta, lo que generó un cierto rechazo a la misma. Sorprende, en cierto modo, cómo ha cambiado el panorama, hasta tal punto que la informática forma ya parte de las nuevas generaciones de médicos que han nacido, crecido y estudiado al lado de esta herramienta.

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