En un día de reflexión. A propósito de la invitación del presidente Sánchez en su último discurso
Por Santiago Santa Cruz Ruiz
Hace unos días el presidente del Gobierno en su comparecencia pública pidió a todos los ciudadanos un compromiso para superar esta crisis, empleando la célebre frase de JFK “no te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate qué puedes hacer tú por tu país”.
Hoy desde la atalaya de este Colegio, siendo esta mi opinión personal, quiero contribuir al llamamiento del presidente.
Son muchas y muy loables las cosas que estos días están realizando todos los sanitarios que trabajan frente a la pandemia y frente a cualquier otra enfermedad grave que no admite demora. Y aunque va mejorando la situación, aún seguimos los profesionales con unos materiales de protección insuficientes, asumiendo riesgos personales de contagio y para nuestros pacientes y familias.
También es cierto que los responsables de nuestros hospitales y centros de salud están haciendo todo lo posible por mejorar estas situaciones que nos han desbordado. Son muchas las contribuciones desde otros sectores, la Universidad Pontificia y la Universidad de Salamanca ofreciendo alojamiento en sus residencias, Caixabank ayudándonos para programas de apoyo al médico, la USAL fabricando pantallas protectoras, trabajando sus institutos en el diagnóstico y tratamiento de este virus, o la realización de pruebas de PCR, así como la sociedad en su conjunto aportando desde la obediencia incómoda al confinamiento, hasta el homenaje a todos los que trabajan por que estemos seguros.
Pero también hemos de ser autocríticos (y me incluyo en ello, pues seguro que podría dar más) y señalar el deficiente tratamiento sanitario que estamos dando a nuestros ancianos confinados en las residencias geriátricas, donde muchos de ellos están dejados a su suerte, como compruebo con las residencias que estoy tutorizando. Muchos no tienen un tratamiento adecuado por falta de médico y/o de medicamentos, aislados de sus familias (con lo que esto supone de sufrimiento para ellos y sus familiares), con un personal residencial al que no se ha instruido para atención en epidemias y peor protegido para el tratamiento de estos pacientes. Pero lo que más me duele es que se esté limitando la derivación al hospital de aquellos ancianos con infección severa o grave. Esto equivale a aceptar que su frágil naturaleza venza la infección o que se mueran y solos. Esto es “vergonzoso” para un país que presume de tener uno de los mejores sistemas socio-sanitarios.
También creo que es necesario la autocrítica de algunos sanitarios en los que ha podido más el miedo a la infección que su vocación de atención al paciente, pero mucho peor el de algunos sanitarios que se apoyan en médicos residentes o en jóvenes enfermeros contratados ante esta situación, para que sean ellos los que asuman actuaciones que más corresponderían a médicos o enfermeros con más experiencia: creo que aquí sí que se puede decir que hay que predicar con el ejemplo y que el buen compañerismo y la deontología son muy escasas .
Una autocrítica final que espero que se me entienda en positivo. Algunos pacientes ingresados tienen una actuación sanitaria defectuosa. En mi criterio la limitación del esfuerzo terapéutico ante el miedo de quedar sin camas de cuidados intensos para posibles nuevos casos que se pudieran aprovechar de este tratamiento está, desde mi punto de vista, fuera de toda ética y deontología. Todo paciente, salvo si está en una fase terminal de la vida o en agonía, tiene derecho a que le ofrezcan todos los medios a nuestro alcance para su curación y la limitación de ventilación asistida cuando quedan varios equipos sin usarse me resulta muy dolorosa e injusta. Para eso se han casi cuadriplicado las camas de intensivos y en ellas se está haciendo un grandísimo trabajo. No quiero cuestionar los criterios de tratamiento avanzado en unidades de cuidados intensivos, pero la interpretación o aplicación de los mismos debe de ser personalizada y en caso de duda siempre a favor del paciente.
Finalmente, termino pidiéndole a nuestro presidente del Gobierno que haga lo mismo con su equipo de gobierno, con su incapaz ministro de Sanidad, al que esta responsabilidad le ha desbordado desde el minuto 1, con sus expertos en pandemia, y que con una sana autocrítica corrijan aquellos errores y asuman de verdad las equivocaciones en que han incurrido y por las que tantos fallecidos y sanitarios infectados tenemos
Santiago Santa Cruz Ruiz
Presidente
Colegio Oficial de Médicos de Salamanca
En Salamanca, a 17 de abril de 2020
Quizás le falte señalar que los responsables del control de las Residencias de ancianos y en muchos casos de su gestión es el Gobierno si, pero el Gobierno de Castilla y León. Quizás le falte señalar, para una correcta reflexión, que hasta hace mes y medio el responsable del material en los hospitales públicos (guantes, mascarillas, Epis, etc) es el Gobierno si, pero el Gobierno de Castilla y León. Quizás le falte señalar que la limitación de equipos de ventilación asistida es responsabilidad hasta hace mes y medio del Gobierno si, pero del Gobierno de Castilla y León. Quizás le falte decir que las equivocaciones que se han cometido durante más de veinte años con recortes en la sanidad hospitalaria, en los Centros de Salud, en la sanidad rural, en los equipos de protección, en el hospital que debería estar terminado hace ocho años y todavía estamos esperando es responsabilidad del Gobierno si, del gobierno de la Junta de Castilla y León Quizás con estas premisas hubiera llegado a una conclusión más certera. Quizás hubiera concluido que efectivamente hay que exigir responsabilidades pero muchísimas más al señor Mañueco, al señor Herrera o a la señora Casado que al señor Illa. Por último manifestar mi extraordinaria admiración e infinito reconocimiento personal a los héroes sanitarios.