Historia viva de la Otorrinolaringología de la época. Por ti pasaron Don Andrés, el profesor Adrados y tu último jefe y el de todos nosotros, fundador de la Escuela que lleva su nombre, el profesor Casimiro del Cañizo.

No había mejores injertos de fascia de temporal, para reponer un tímpano, como los que tú pacientemente limpiabas; tu manejo del sluder era certero y rápido. Hasta en Gredos admiraron tu destreza, tu admirado Gredos.

Recuerdo el cuaderno donde transmitías y recogías los acontecimientos personales de los componentes de la Escuela, que eran fiel testimonio de nuestra historia (día tal, se casó fulanito; día cual…).

Dejaste una impronta en el Hospital Provincial y después en el Clínico Universitario. Se acuñó en éste el dicho: “Tres Pepes hay en el hospital que relucen más que el sol: Pepe el cura, Pepe el “botica” y Pepita la de Admisión”.

Tu fama se extendía por todos los ambientes de Salamanca; tu charla amistosa con gracejo y oportunidad; tu visita a los bares de siempre del centro y de la periferia, reconocían tu carácter que has mantenido hasta hace bien poco; visitabas las oficinas del Colegio casi a diario, donde intercambiabas bromas con los que allí trabajan.

Tu religiosidad la mostrabas en tu Parroquia de San Marcos, donde hoy (por el sábado 5 de agosto) vamos a despedirte tus innumerables compañeros y amigos, acompañando a Maribel y toda vuestra prole y desde el cielo nos seguirás recordando con cariño.

Adiós Pepe, hasta que nos volvamos a ver.