El radar de la Atención Primaria y los pacientes frágiles

El Dr. José Ramón Repullo reflexiona en este artículo a cerca de los programas de atención a la cronicidad y su relación con la Atención Primaria con sus pros y sus contras

Mi padre era médico internista, pero trabajó buena parte de su vida en un consultorio de atención primaria; decía que su "cupo" se componía de tres grupos de personas: los que no venían nunca y no les conocía; los que venían de vez en cuando y a los que recordaba con un poco de ayuda; y los que llamaba "sus fans" que venían tan frecuentemente que, si dejaban de hacerlo, empezaban todos a preocuparse por si les había pasado algo. Esta narrativa describe bien la distribución de riesgos y frecuentación: un grupo pequeño (entre un 5 y un 10%) concentra la mayor carga de enfermedad, y se proyecta en mucha mayor demanda y utilización de servicios.

Este grupo de pacientes se ha incorporado a una nueva categoría; la llamada cronicidad. Y los servicios de salud de todo el mundo han respondido con entusiasmo a los llamados de diversos modelos que proponen cambios en la organización y prestación de servicios, ya que prometen más calidad, más prevención, mejor trato, y menores costes. Lo de bueno, bonito y barato es irresistible.

En un delicioso artículo reciente, Sergio Minué y Carmen Fernández Aguilar (1) hacen un amplio análisis sobre los programas de atención a la cronicidad; argumentan que nos hemos metido en un bucle poco productivo...  

 La revisión de la literatura sobre los modelos teóricos que lo sustentan y los instrumentos que lo desarrollan no aporta evidencias concluyentes que permitan afirmar que los modelos de atención a pacientes crónicos alcanzan mejores resultados que modelos de atención alternativos...

Dado que, por el contrario, sí existen pruebas sólidas y reiteradas de que modelos con una Atención Primaria fuerte obtienen mejores resultados, cabe preguntarse sobre la necesidad de buscar modelos alternativos, cuando las metas propuestas probablemente podrían alcanzarse de fortalecer realmente la Atención Primaria.

Su explicación es sólida y documentada: el enfoque mecanicista y reduccionista dominante lleva a empaquetar dolencias que padecen las personas, en enfermedades que etiquetan a los pacientes. Nada nuevo; así es la medicina moderna, y por ello es tan difícil coordinarla y acaba resultando tóxica cuando emerge la pluripatología. Pero, la lógica clínica y los intereses comerciales, acaban definiendo "aguas arriba" nuevas enfermedades sin que existan dolencias (signos, síntomas, padecimientos, alteraciones...), en forma de marcadores físicos, químicos o moleculares. Llegaríamos al conocido aforismo de que "una persona sana es aquel paciente que aún no ha sido adecuadamente estudiado".

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